· En la gran Vía:
· Iglesia de San José
· Edificio Metrópolis
· Edificio Madrid-París
· Palacio de la Música
· Hotel Atlántico
· Palacio de la Prensa
· Edificio Carrión con el Cartel de Schweppes
· El alto número de teatros y cines del tercer tramo de la Gran Vía (desde Callao hasta Plaza de España)
· En la plaza de Sol:
· Real Casa de Correos
· El Kilómetro Cero
· El Reloj de la torre de la Casa de Correos
· El Oso y el Madroño
· Estatua ecuestre de Carlos III
· Las fuentes gemelas de la plaza
· Cartel de Tío Pepe
· Cafetería La Mallorquina
· Estatua de Mariblanca
· El Círculo de Bellas Artes
· La Chocolatería de San Ginés
· Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
· Plaza del Carmen
· Monasterio de las Descalzas Reales
· Plaza de Callao
Los límites de esta zona se mezclan con áreas de los espacios más céntricos de la ciudad, pero vamos a establecer una delimitación que enmarque la zona de confluencia de Sol y de la Gran Vía con sus extremos:
Sol:
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Norte: La Gran Vía
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Sur: Calle Atocha desde la Calle Esparteros hasta Jacinto Benavente
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Este: La unión de la Calle de la Cruz, la Calle de Sevilla y la Calle Virgen de los Peligros
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Oeste: Calle esparteros, Calle Bordadores, Calle de San Martín y Calle Veneras
Y los segmentos que delimitan la Gran Vía de un extremo a otros serán:
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Este: El cruce con la Calle Alcalá
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Oeste: La Plaza de España
Ubicación
El corazón y la arteria urbana
Si Sol y sus calles colindantes es “el corazón” de Madrid, la Gran Vía es su “vena aorta”. Se trata de la zona más céntrica de Madrid y de España, con una vertiginosa vida comercial y turística, es el hogar de algunos de los símbolos que más caracterizan la capital y desde aquí desembocan algunas de las calle más importantes.
La Puerta del Sol, históricamente, no era una plaza como la conocemos hoy en día; en realidad, en el Siglo XV era uno de los accesos a la ciudad que abría sus puertas a los arrabales medievales de la ciudad, separada por la muralla que la rodeaba desde su construcción en el Siglo XII. Su nombre, “Sol”, viene a raíz de la figura de un sol que adornaba la puerta de acceso por la parte oriental. A partir del siglo XVII y en especial del Siglo XVIII con la construcción del edificio más importante y antiguo de la plaza, la Real Casa de Correos (1766-1768), la zona comenzó a erigirse urbanísticamente como una plaza y a mediados del Siglo XIX, tras unos años de reformas, la plaza se conforma con la fisionomía que observamos hoy en día. El famoso Kilómetro Cero, del cual parten todas las carreteras de España, se encuentra justo en frente de la puerta de la real casa de Correos, edificio que además tiene otro de los símbolos que cada noche vieja observa la mayor parte de los españoles al pasar de las doce dela media noche para felicitarse el año nuevo; el reloj de su torre. Así mismo, otro de los símbolos de Madrid se encuentra a pocos metros, el famoso Oso y el Madroño, emblema de la capital, tiene su lugar en la plaza desde 1967. Y el último monumento colocado en ella es la estatua ecuestre de Carlos III que se alzó tras un referéndum popular desde 1994.
La plaza es también uno de los puntos más bulliciosos de encuentro de personas, ya que su situación céntrica y la buena conexión de transportes hace que muchos ciudadanos y turistas transiten este espacio. Algo que los comerciantes siempre han intentado aprovechar, pues ya desde el Siglo XIX, el sistema de venta de grandes almacenes de objetos a precios fijos se vio por primera vez aquí (hoy en día El Corte Inglés), también la venta de loterías con la famosa y centenaria administración de Doña Manolita, y muchos hosteleros trataban de colocar sus puestos para encontrar un gran número de clientes, uno de los que aún pervive alrededor de los cotizados puestos comprados por grandes franquicias es el de la cafetería-pastelería La Mallorquina. Viendo el tirón comercial dela zona, muchos carteles luminosos fueron colocados en la plaza durante años, pero hoy en día solo queda uno de ellos; el famoso cartel de neón de los vinos Tío Pepe.
Entorno al centro neurálgico de la ciudad con la Plaza del Sol y sus famosas e importantes calles colindantes como la Calle del Arenal, la Calle de San Jerónimo, Calle de Preciados, Calle de la Montera o la Calle Alcalá, por la parte norte describe su trazo quizá la calle más conocida de Madrid; la Gran Vía.
Históricamente la Gran Vía fue un proyecto que, ya desde finales del Siglo XIX, se contemplaba como un modo de ensanche que se abriese paso entre las callejuelas del centro de la ciudad y conectase la remodelada Plaza del Sol con la nueva Plaza de Callao. La Gran Vía se fue construyendo por tramos, según lo exigía el crecimiento de la ciudad; primero la parte que va desde la Calle Alcalá hasta el ensanchamiento de la Calle Montera, después hasta la plaza de Callao y por último hasta Plaza de España, culminando así un proceso de construcción que duró desde 1910 hasta 1931. Y aunque a lo largo de los años se han ido sucediendo algunas reformas y reconstrucciones, el trazado de la Gran Vía siempre ha sido el mismo; de hecho, actualmente el ayuntamiento de Madrid está mostrando interés y planteando proyectos de peatonalización de la Gran Vía, lo que sería el cambio más chocante en la cotidianidad urbana de la ciudad.
Sobre lo que supuso la construcción de la Gran Vía para Madrid (y para el país al fin y al cabo), debemos saber que fue el proyecto que modernizó la capital, que facilitó la construcción de los primeros rascacielos del país y que permitió que España siguiese los modelos constructivos de Estados Unidos. Pues aparte de servir como una vía de comunicación entre la parte oriental y occidental de la ciudad, fue (y es) un espacio de ocio y comercial esencial en la vida de los ciudadanos de Madrid; escaparates de lujo, cafeterías, restaurantes, teatros, cines… y aunque actualmente muchos de los antiguos teatros y míticos cines se están viendo obligados a cerrar sus puertas en beneficio de una proliferación desenfrenada de tiendas de ropa de grandes almacenes y un gran surtido de franquicias, infinidad de impresionantes establecimientos hicieron que se conociera a la Gran Vía como el Broadway madrileño, convirtiéndose así en una de las calles más emblemáticas.